domingo, 17 de octubre de 2010

Marx, la religión y el opio

Partiendo de una conversación sobre la ley, la justicia, el bien y el mal, me he enterado de ua famosa cita de Karl Marx.

He encontrado este blog titulado Filosofía en blog donde hacen un análisis de la actitud de Marx ante la religión, y la necesidad humana de alimento espiritual. Sin olvidar que en aquella época, el consumo de opio era legal, y Marx era un consumidor. Entendía perfectamente que el dolor de una vida dura y sin esperanza de mejora era calmado por la religión, como el opio calmaba el dolor del enfermo sin cura. Sin embargo en un mundo sano, donde cada uno pudiera realizarse y encontrar la felicidad, la religión como analgésico, ya no sería necesaria.

Hay que recordar que ... El consumo de opio estaba generalizado en el siglo XIX en Inglaterra, pero mucho antes habían sido habituales de esta sustancia Thomas De Quincey, autor del conocido ensayo 'Confesiones de un comedor de opio', e 'Himno al opio', que se convirtieron en referentes de una generación, y el gran poeta Coleridge, que comenzó a ingerirlo a los ocho años para combatir ataques de reuma y los dolores producidos por las caries. El médico de ambos, Thomas Bedloes, estaba convencido del beneficio de las propiedades del opio y su relación con el arte de tal manera que su debate, junto con el de otros médicos, llegó a traspasar fronteras y llegó hasta Francia.

La cita completa sería esta, y puedes leerla en su obra Contribución a la crítica de la Filosofía del Derecho de Hegel, el análisis que hace el autor del blog podeís leer AQUí.

La miseria religiosa es una manifestación de la miseria real y, a la vez, la protesta contra ella. La religión es el suspiro de la criatura afligida, el sentimiento de un mundo insensible, así como la gracia en lo insípido. Es el opio del pueblo. La supresión de la religión en cuanto felicidad ilusoria del pueblo es exigencia de su felicidad real. La exigencia del renunciar a los engaños sobre el propio estado es la exigencia de renunciar a un estado que necesita del engaño. La crítica de la religión es, pues, originariamente la crítica del valle de lágrimas cuya aureola es la religión. La crítica ha deshojado las flores imaginarias de la cadena, no para que el hombre lleve la cadena sin fantasía ni consuelo, sino para que arroje la cadena y coja la flor viva. La crítica de la religión desengaña al hombre para que piense, obre y ordene su realidad como hombre desengañado, entrado en razón, para que gire en torno de sí mismo, o sea, de su sol verdadero. La religión no es más que el sol ilusorio, que gira en torno del hombre mientras no es él quien gira en torno de sí mismo. (K. Marx, Zur Kritik der Hegelschen Rechtsphilosophie)

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